Volvo y el gas natural

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La semana pasada, Volvo capturó la imaginación del mundo, anunciando que, para 2019, todos sus vehículos serán o eléctricos o híbridos. En una historia que llegó hasta su mítica primera plana, el New York Times afirmó que esto “convertía a Volvo en el primer fabricante de automóviles en sonar la campanada de muerte al motor de combustión interna”.

Es, sin duda, una noticia importante. Si la unimos al desarrollo de empresas enteras como Tesla —o las crecientes líneas de vehículos híbridos y eléctricos entre fabricantes como Toyota o Ford—realmente presagia nuevos tiempos para la industria del transporte. Los esfuerzos por consumir energía de forma más limpia, con justa razón, serán cada vez más importantes. Dentro de ellos, el desarrollo de vehículos eléctricos es una prioridad. 

Pero, cuando nos detenemos a analizar punto por punto, la historia que emerge no necesariamente implica un abandono de lo que había —ni de los hidrocarburos, ni de la combustión interna. Más bien, hay evolución y complementariedad que debe celebrarse y entenderse, para estar preparados para el futuro.

En primer lugar, Volvo no se comprometió a un futuro completamente eléctrico, como Holman Jenkins explica en su columna en el Wall Street Journal. Los autos híbridos, un gran avance tecnológico, tienen dos motores: uno principal de combustión interna y uno eléctrico que aprovecha la energía que, en vehículos convencionales, se perdería.

Pero vale la pena ir más allá en el análisis, al innovador terreno de los vehículos eléctricos ‘puros’, que efectivamente carecen de motores de combustión interna. De acuerdo con datos de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés), el número total de vehículos eléctricos en el mundo sobrepasó la marca del millón en 2015. Al cierre de 2016, el número ya se había duplicado.

Es un rimo de crecimiento impresionante que se explica, en gran parte, por costos cada vez más competitivos en la tecnología empleada, pero también por otro tipo de incentivos, como subsidios e incentivos fiscales. China, el país con la mayor cantidad de vehículos eléctricos en circulación, tiene un esquema de exención fiscal que beneficia a los compradores de autos eléctricos en cantidades que van de los 6 mil a los 10 mil dólares. Holanda, Noruega y Portugal aplican la misma medida al exentar el pago del registro vehicular o ligado a menores emisiones de gases contaminantes.

Otro tipo de incentivos son que el gobierno cubre el precio diferencial entre el automóvil de combustión interna y el eléctrico, como es el caso de Japón (la cantidad a cubrir no debe ser mayor a los 7 mil 800 dólares por auto), Francia (donde se dan incentivos directos por la compra de un automóvil eléctrico de 7 mil 100 dólares) y Suecia (se entregan 4 mil 400 dólares a los compradores). En Estados Unidos los distintos estados definen el tipo de incentivo que oscilan entre exenciones fiscales y montos directos.

Cabe destacar que, en semanas recientes, Noruega atrajo la atención del mundo pues anunció que recortaría los beneficios otorgados a los automóviles eléctricos debido a la presión que ejercen sobre las finanzas públicas. 

Crecimiento exponencial

Hacia adelante, el futuro de los autos eléctricos es prometedor. La Agencia Internacional de la Energía estima (p.21) que para el año 2030 estarán 140 millones de unidades en circulación.

Si consideramos que en 2040 el número total de vehículos que estarán circulando en el mundo llegará a 2 mil millones de unidades (el doble de los que hoy existen) (Figura 2), los 140 millones de unidades eléctricas representarán apenas una fracción. Sin embargo, Bloomberg New Energy Finance estimó que para ese mismo año, el 54 por ciento de los carros que se venderán en 2040, serán eléctricos.

Figura 2:

Parque vehicular mundial (millones)
2015 1,100
2025 1,500
2040 2,000

Fuente: World Economic Forum

La estimación de Bloomberg representa una gran conquista para el vehículo eléctrico, pero al mismo tiempo presenta un reto nuevo para el sector eléctrico de abastecer la demanda creciente de energía a partir de fuentes menos contaminantes y estar en posición de realmente marcar una diferencia en términos de calidad de aire (los vehículos eléctricos no reportan emisiones de tubo de escape) y de mitigación de cambio climático.

Figura 1:

Automóviles eléctricos en circulación (miles)
2005 1.67
2006 1.78
2007 1.79
2008 4.04
2009 5.89
2010 12.4
2011 60.65
2012 179.23
2013 383.09
2014 706.77
2015 1,256.9

Fuente: Agencia Internacional de Energía

En este último punto, como IRENA explica, el uso de los coches eléctricos debe estar acompañado de una estrategia para alimentarlos con energía baja en carbono. Los efectos de usar electricidad generada mayoritariamente a partir del uso del carbón —como es el caso de China— o a partir de una buena cantidad combustóleo —como era el caso de México hace apenas unos años—generaría más desventajas que ventajas. El costo de la energía eléctrica, además, tiene que ser competitivo con el de la gasolina. De lo contrario, se generaría una creciente presión sobre las finanzas públicas, que en algunos países ya empieza a ser insostenible. 

Como Juan Carlos Zepeda, comisionado presidente de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) dijo el jueves pasado durante el Oil and Gas Innovation Forum 2017 (de El Financiero y Siemens), el gas natural —un hidrocarburo limpio, abundante en el mundo y barato en la región—se vuelve cada vez más indispensable en nuestro futuro. Esto es cierto tanto en México como en el mundo. “La demanda de gas natural en México, como en todos los países, toma un crecimiento sustantivo que ahora va a estar fuertemente detonado por el movimiento del vehículo de pasajeros a un modelo eléctrico”.

Viendo hacia el futuro, como el anuncio de Volvo nos invitó a hacer, el gas debe ser una prioridad para el país.

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