Por María José González de Cossío
A nivel mundial, los contratos petroleros juegan un papel fundamental en las operaciones de exploración y explotación de la industria del petróleo y el gas. México, siendo un importante jugador del sector a nivel internacional, no es la excepción.
La industria de hidrocarburos ejerce importantes montos de inversión a lo largo del proyecto de perforación y desarrollo de campos. Esto es particularmente relevante al considerar los desafíos y riesgos que asumen los participantes, si no se consigue uno los resultados más deseados: producir barriles de petróleo.
Existen diferentes tipos de contratos, varios de los cuales han sido utilizados en las rondas de licitación petroleras llevadas en México, como los de producción compartida y licencia. Lo anterior, en adición a los contratos de prestación de servicios (donde Pemex contrata a una empresa para realizar un servicio específico, pero sigue siendo responsable de aportar el presupuesto requerido y asume sola los riesgos) y las asociaciones entre empresas privadas y Pemex, conocidos como farmouts.
Los acuerdos de farmout son alianzas comunes en la industria, donde la empresa propietaria de los derechos de perforación invita a otra empresa a participar en el desarrollo de su proyecto. Por lo tanto, ambas partes acuerdan trabajar un pozo de producción donde comparten gastos y riesgo, a cambio de una participación de la producción o ganancias.
El farmout le permite a la empresa propietaria del activo, que en el caso de México es Pemex, a optimizar sus recursos económicos al estar parcialmente expuesta a los riesgos y ganancias del proyecto. El riesgo compartido es muy relevante, ya que, en caso de no tener éxito, las empresas operadoras incurren en todos los gastos de la fase de exploración y al final ceden el área contractual al estado. Además, que le permite a Pemex participar en varios proyectos a mismo tiempo, aumentando la posibilidad de éxito en los resultados.
Los beneficios económicos que los farmouts ofrecen, no sólo están relacionados al volumen de producción, sino que están asociados también a los costos de perforación. Los pozos de petróleo y gas requieren inversiones muy elevadas para realizar la perforación, así como los estudios asociados, entre los que se tienen los sísmicos, del subsuelo o la obtención del núcleo de los yacimientos. Son pocas las empresas a nivel mundial que cuentan con capital lo suficientemente grande y con la posibilidad de asumir los elevados riesgos intrínsecos a la actividad.
En el caso de México, Pemex se ve beneficiado con los farmouts dado que las empresas privadas no sólo complementan sus actividades e inversión, sino que también le permiten diversificar su riesgo. Las alianzas con privados le permiten a Pemex desarrollar actividades de perforación con un menor presupuesto, mejorar sus finanzas públicas, generar mayor inversión en el sector y el acceso a tecnología de punta.
Adicionalmente, las empresas privadas se comprometen a realizar operaciones con altos estándares de sustentabilidad. Hoy en día, existe una tendencia creciente a nivel mundial a evaluar el impacto de las actividades petroleras en materia de sustentabilidad social y ambiental. Las mejores prácticas internacionales en la industria conllevan comprometerse a cumplir con estándares de protección al medio ambiente y contribuir con la consecución de los objetivos de desarrollo sustentable de las Naciones Unidas.
De acuerdo con datos de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), a cuatro años de la firma de los primeros contratos petroleros, la industria privada contribuye con cerca de 51 mil barriles diarios de petróleo. Asimismo, el monto de las inversiones realizadas y contribuciones e impuestos pagados al Estado Mexicano por parte de las empresas privadas en el sector asciende a más de 15 mil millones de dólares, y los planes de inversión aprobados ascienden a más de 41 mil millones de dólares. Hacia el 2024, la producción de la industria petrolera privada se estima que rondará en 280 mil barriles diarios de petróleo.
Asimismo, México recibe regalías por los contratos establecidos con el sector privado. A nivel internacional, México es uno de los países que cuenta con términos más favorables, con un porcentaje de regalías cercano al 70%, mayor incluso que los prevalecientes en Estados Unidos y Brasil. Cabe señalar que, en adición a las regalías, las empresas privadas pagan también 30% de impuestos, lo que representa otro beneficio económico para el Estado.
El entorno mundial de bajos precios del petróleo, producto de la caída en la demanda por la inesperada pandemia del COVID-19, presenta nuevos retos a los diferentes actores del sector para enfrentar exitosamente los desafíos financieros, operativos y legales. Varias empresas de petróleo y gas se vieron forzados a reevaluar la sostenibilidad de sus proyectos a largo plazo.
Un ejemplo interesante que destaca la importancia de promover contratos de ese tipo, es la reciente crisis ocasionada por el desabasto de gas natural en EUA a causa de las bajas temperaturas registradas en la región. Si la industria tuviera mayores asociaciones púbico-privadas, contribuiría con una mayor producción de gas y una menor dependencia de las importaciones de gas provenientes de Texas, principalmente.
En conclusión, los contratos petroleros traen diversos beneficios económicos al sector, a Pemex y al país, destacando principalmente una mayor inversión en la industria y capacidad de producción, así como también aportación de talento humano y tecnología.
Lo más importante a identificar es que los contratos petroleros presentan desafíos legales y económicos importantes y por eso se deben de desarrollar los mecanismos necesarios para abordarlos y conseguir así los resultados deseados por las partes involucradas. Se deben establecer reglas del juego muy claras para asegurar que este modelo de contratos funcione en la realidad: presentar información veraz de análisis geológicos, números confiables de estimación de reservas probadas, detalles legales sobre una terminación del contrato o transferencia a otra empresa, entre otros.
María José González de Cossío es CEO de GDC Consulting, una empresa de Comunicación Financiera y Corporativa, Relaciones Públicas, Manejo de Crisis y ESG. Cuenta con experiencia trabajando en el sector privado y público, en temas relacionados con el sector energía, infraestructura, análisis económico y relaciones públicas.
Twitter: @MJGdeC
Twitter GDC Consulting: @GDCConsultingMx
Facebook: https://www.facebook.com/GDCConsultingMx/
Instagram: www.Instagram.com/gdcconsultingmx
LinkedIn: www.linkedin.com/company/gdc-consulting-mx
Las afirmaciones y opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad exclusiva del o los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de Pulso Energético ni de la AMEXHI.