¡Vaya montaña rusa la que nos ha traído el precio del petróleo en los últimos meses! Debido a la combinación de una sobreoferta y de la contracción de la demanda, hemos pasado del peor desplome en el precio en 29 años a un repunte de más del doble en el último mes y medio. ¿Esto significa que ya estamos entrando a la etapa de recuperación del mercado petrolero? Veamos:
1. Demanda – Señales de recuperación económica
La demanda empieza a mejorar ahora que comienza la reactivación económica global. Tan solo en China, donde empezó la pandemia y a donde el mundo voltea para conocer cómo funcionaría la recuperación, la importación de petróleo repuntó a 11.3 millones de barriles por día (mbpd) el mes pasado como se puede ver en la siguiente gráfica. Comparado con el año pasado, y considerando que la forma más segura de transporte es el auto, la consultora WoodMackenzie estima que la demanda de gasolina en China se recuperará casi completamente este mismo mes.
Por su parte, la economía de Estados Unidos generó 2.5 millones de empleos la semana pasada, mejorando su tasa de desempleo inesperadamente. Esta señal de recuperación económica ha traído optimismo de que la demanda por hidrocarburos va a aumentar en una correlación directa, lo cual se ha reflejado de forma inmediata en el incremento de las acciones petroleras en bolsa de valores.
Ahora bien, no podemos echar las campanas al vuelo porque el mundo sigue sin contar con una vacuna para el virus del COVID-19 y aún está por verse el impacto de una potencial segunda ola de infecciones durante el otoño y el invierno, por lo que dicha recuperación en la demanda es frágil y puede verse fácilmente revertida.
2. Oferta – El cumplimiento de los acuerdos de la OPEP+ es vital
Este fin de semana los países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y aliados, acordaron extender su acuerdo de mantener un recorte a la producción de 9.6 mbdp un par de meses más. Este recorte a la oferta responde a la expectativa de que la contracción de la demanda a nivel mundial sea de 9 mbpd al cierre del 2020. Económicamente hablando, si la oferta y la demanda se contraen en aproximadamente la misma medida, el impacto sobre el precio del barril disminuye.
No obstante, la continuidad en la cooperación entre países, principalmente entre Arabia Saudita y Rusia, los mayores productores, dependerá del cumplimiento de todos los países involucrados. Por ejemplo, países como Iraq y Nigeria no han implementado del todo sus recortes y tendrán que compensar por su sobreproducción de acuerdo con las cuotas pactadas en los siguientes meses.
Con esta incertidumbre, nada está dicho aún sobre la continuidad de cooperación para la siguiente reunión de la OPEP+. En las palabras del Príncipe Absulaziz Bin Salman, Ministro de Hidrocarburos del reino saudita: “tenemos las bases para ser optimistas sobre el futuro, pero aún no salimos del problema… el cumplimiento (a los recortes) es vital”.
3. La nueva realidad operativa
Para las empresas productoras, mucho ha cambiado desde el inicio de la pandemia y han tenido que recortar entre 20 y 30% de sus gastos operativos previamente aprobados. Este recorte en la liquidez ha hecho que tan solo en Estados Unidos
se haya observado recientemente el nivel más bajo de equipos activos en la historia de su registro.
Aún para aquellos equipos operando, las cosas también se complican al tener que vivir con el riesgo de que el personal pueda contraer COVID-19 y esto signifique frenar por completo todas las operaciones. Para esto, las empresas han impuesto estrictos controles de cuarentena y exámenes médicos para la gente que labora en equipos terrestres y marinos. Si bien esto ayuda a la seguridad, el tener personal en cuarentena sin poder operar significa que es necesario más horas hombre para la misma actividad, por lo que es necesario encontrar formas más eficientes de minimizar esta carga para los trabajadores y las empresas.
A su vez, la colaboración con comunidades aledañas se torna aún más vital. Trabajar de la mano industria y comunidad, es esencial para mantener controlado el brote epidemiológico dado que interactúan de forma permanente. Así, se plantean retos operativos incluso fuera de los campos petroleros.
En este mismo sentido, las comunidades y los inversionistas también exigen que la recuperación vaya de la mano con las metas de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas, por lo que las empresas refrendaron su compromiso el “Día Mundial del Medio Ambiente” la semana pasada. Esto implica que la industria se verá obligada a implementar innovaciones tecnológicas y otros cambios estructurales para alcanzar las metas de reducción de emisiones de carbono hacia el futuro.
Por otro lado, las cadenas de proveeduría globalizadas han sido impactadas conforme los países han entrado a las distintas fases en sus curvas de contagio y varios han declarado el cierre parcial de sus fronteras. Las restricciones internacionales que se han impuesto han complicado el traslado de maquinaria y equipo, así como del personal altamente especializado entre diferentes países. Todo esto trae una serie de dificultades logísticas que da lugar a retrasos para la entrega de los bienes y servicios. En síntesis, una reducción de liquidez de esa magnitud -aunada con una nueva forma de operar y un mayor compromiso por el medio ambiente- hará que las empresas se tengan que reestructurar para poder ajustarse a esta nueva realidad. La resiliencia, la eficiencia operativa y la innovación deberán ser parte intrínseca de esta reestructura.
¿Qué sigue?
La fragilidad en la oferta y la demanda, así como la nueva realidad operativa nos torna cautelosos en poder confirmar que lo peor ha terminado. Por ejemplo, ayer el precio del barril bajó gracias a los comentarios de que Arabia Saudita no continuaría manteniendo recortes después del plazo acordado en la OPEP+. Aun así, la siguiente pregunta sería, ¿cuándo entraremos a una franca recuperación? Para responder, la consultora McKinsey & Company recientemente analizó distintos escenarios de recuperación en la demanda (modelando varios aspectos alrededor del COVID-19) y concluyó que la recuperación no será hasta dentro de 3 años.
Así, la industria prevé que la recuperación será considerablemente más lenta comparando con las crisis previas. El consenso sobre los precios es que no se recuperarán a los niveles de enero en los próximos años. El término para esto en inglés es “lower for longer”.
Por último, si bien poder navegar en la recuperación será complejo, esto no quiere decir que sea imposible. La industria ha demostrado resiliencia y un ejemplo claro es la industria de gas lutita en Estados Unidos con la última crisis petrolera. Como industria nos tendremos que reinventar y en Pulso Energético nos emociona la expectativa de poder presenciar esta transformación.