La evolución de las Rondas

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Hace unos días, la Secretaría de Energía (Sener) anunció un cambio importante en la forma en que escogerán los bloques que se licitarán en las rondas petroleras: ahora se podrán nominar todas las áreas donde se conoce que hay hidrocarburos para que se integren en el portafolio de las licitaciones de cada Ronda.

La  iniciativa, que Sener anunció a través de su Plan Quinquenal de Licitaciones de 2017, busca, como explicó Aldo Flores (subsecretario de hidrocarburos):

“Tener áreas consolidadas más grandes que permitan el aprovechamiento de los recursos y detonar más inversiones” (minuto 20:55)

Garantizar que este espíritu se refleje en la ejecución es un detalle fundamental para el éxito de la iniciativa. En específico, hay dos puntos, relacionados con la homologación de prácticas con países con mercados petroleros maduros, como el de Estados Unidos, que son importantes para la ejecución:

  • Estandarizar los bloques y serializar su licitación facilita la consideración y evaluación de las oportunidades en fases tempranas. La Ronda Uno, como la figura 1 enseña, había seguido una práctica menos estandarizada. Seguir bajo ese camino hubiera resultado en una selección de bloques menos predecible (asumiendo que se siga un formato de AWL).  

Figura 1:

Bloques considerados en Estados Unidos para licitación y bloques en México de la Ronda Uno

Fuente: BOEM y Secretaría de Energía

En números posteriores, analizaremos el tamaño específico de cada tipo de bloque y sus implicaciones. Sin embargo, sí hay información suficiente para señalar positivo que los bloques mexicanos, considerando la menor madurez de exploración en la región, sean mayores que los estadounidenses. Como nuestro reporte sobre los aprendizajes de la Ronda Uno argumenta, incrementar los tamaños de bloque ya dio resultados positivos en las licitaciones mexicanas.

En resumen, el cambio en el formato de selección de bloques planteado por el Plan Quinquenal es una medida que tiene los elementos correctos para lograr acelerar el ritmo rumbo a la meta de inversiones por USD $640 mil millones de aquí al 2040.

Continuando con el análisis comparado, sin embargo, es importante considerar que Estados Unidos ha usado variables licitatorias diferentes a las que México privilegió en las Ronda Uno. La principal variable de adjudicación en Estados Unidos es un bono en efectivo que se paga al gobierno al momento de la firma del contrato. Este mecanismo incentiva la actividad porque implica una obligación para la empresa aún si el proyecto no resulta exitoso—encareciendo, de alguna forma, el fracaso.

En México, en cambio, la principal variable de adjudicación sólo implica una obligación (y un beneficio para el Estado) si el proyecto es exitoso. En otras palabras, si el proyecto fracasa, el costo es relativamente bajo. Esto genera menos incentivos para que las empresas inviertan al máximo desde el principio—resultando, de hecho, en potencial especulación.

Para atender la diferencia entre ambos países, la solución es sencilla—y no necesariamente implica copiar la política del bono en efectivo.

  • Aumentar el peso del programa de trabajo como variable de licitación maximiza la actividad y la inversión de forma muy directa. Aunque esto no reduciría la tasa de regalías (que seguiría siendo una variable de licitación central), sí incrementaría la relevancia del compromiso de inversión.
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