El camino a USD $640 mil millones de inversión

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A finales del año pasado, la Agencia Internacional de Energía (AIE) anunció una excelente noticia para nuestro país: gracias a la construcción del Nuevo Modelo Energético Mexicano, en 2040 México podría estar produciendo 2.8 millones de barriles diarios de crudo (p. 11), un incremento de más de 15 por ciento respecto al ritmo actual (p.81). Esto implicaría encontrar nuevos campos petroleros que produzcan 2.5 millones de barriles diarios en 2040, pues los campos que hoy están activos sólo aportarán 300 mil barriles diarios en ese año.

Sin embargo, es claro que estos niveles de producción no se alcanzan de forma automática. De acuerdo con la AIE, USD $640 mil millones de inversión, de aquí a 2040, separan a México de esa meta (p. 14). Es decir, en promedio, nuestro país tendrá que atraer inversiones anuales en exploración y producción por USD $26 mil millones hasta 2040.

El reto es enorme.  A la fecha, lo más que ha invertido en un solo año en E&P en México es aproximadamente USD $16 mil millones (p. 22), en 2014. Durante 2016, México invirtió menos de USD $8 mil en el rubro. Para poner los números en perspectiva, esto se queda corto en USD $18 mil millones comparado con lo que se debería invertir para que alcancemos la meta de la AIE hacia 2040.

Hoy hay pocos pronósticos de un regreso a precios de crudo de más de $100 dólares por barril. Considerando que este nivel de precios fue lo que hizo posible que se financiaran los máximos históricos de inversión en Pemex, es virtualmente imposible alcanzar las metas de inversión (y, por ende, los resultados en producción) que plantea la Agencia sin depender de la inversión de las rondas y farm-outs.

Aún si se asume optimistamente que México, a través de Pemex, podrá mantener los históricos ritmos de inversión en E&P entre 2011 y 2015 (USD $14 mil millones en promedio), alcanzar la meta descrita por la Agencia significa que le corresponde a las rondas asegurar inversiones por al menos USD $300 mil millones dólares de aquí a 2040. Es decir, se necesitarían USD $12 mil millones por año, como se muestra en la Figura 1. El número es particularmente significativo si consideramos que generaría un crecimiento de 50 por ciento respecto a la inversión extranjera directa que, durante 2016, representó USD $26 mil millones.

Fuente: AIE; Pemex (20-F); Banxico

¿Cómo va México en su camino a esta meta?

El parámetro que tenemos hasta ahora para medir los resultados de las rondas y los farm-outs, es la recién concluida Ronda Uno. Durante sus primeras tres etapas juntas, se podrían detonar inversiones hasta por $8 mil millones de dólares. Los contratos de la etapa cuatro de la Ronda Uno, que corresponden a aguas profundas, implicarían inversiones de $41 mil millones de dólares si todos los esfuerzos exploratorios resultan en éxito comercial y se desarrollan por completo. Pero, considerando que las expectativas de éxito exploratorio son de 30 por ciento para este tipo de proyectos, las inversiones esperadas por la Ronda Uno serían cercanas a USD $20 mil millones a lo largo de la vida de los contratos.

La Ronda Uno representa un gran éxito y un gran comienzo. Pero, visto desde la perspectiva de las metas de inversión totales, apenas representa inversiones potenciales por el 3 por ciento de la meta descrita por la AIE para 2040, como la Figura 2 explica.

Dicho de otra forma, aun si el gobierno mexicano encuentra la manera de financiar los ambiciosos ritmos de inversión que sostuvo entre 2011 y 2015—lo cual se complica ante un escenario de precios más bajo—se necesitan al menos 15 Rondas tan exitosas como la Ronda Uno durante los próximos 24 años.

Es decir, justo como el nuevo Plan Quinquenal de Licitaciones Petroleras (que se presentó hace unos días y se analiza en este breve reporte de Pulso) plantea–se necesita que las oportunidades se expandan y se serialicen. Para revertir la declinación natural de la producción, se necesita sustituir el énfasis en las “tasas de colocación” como una medida artificial del éxito de cada ronda y enfocarse en el porcentaje de avance hacia la gran meta de inversiones y actividad necesarias.  El nuevo Plan Quinquenal es un buen paso en esa dirección.

Por supuesto, es crucial que la Ronda Dos demuestre que el éxito de la Ronda Uno es replicable. Para esto, es indispensable demostrar que los aprendizajes de la Ronda Uno (resumidos en este reporte) se han internalizado e institucionalizado. Sin embargo, al final, entender qué tanto la Ronda Dos acercó a México a la meta de inversiones y actividad para 2040 debería ser el parámetro clave.

En este sentido, la conversación en torno a la Ronda Dos debería ser completamente diferente a la Ronda Uno—y más parecida al resto de las Rondas que van a seguir.

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