Cada año, cuando se publica la relación reservas-producción, se tiende a reportar el número de ‘años de petróleo nos quedan’. Este año, por ejemplo, Bloomberg reportó que el petróleo mexicano alcanzaría para 9 años.
Aunque la relación reservas-producción es un indicador útil para analizar la evolución de la sostenibilidad del ritmo de producción actual (nosotros lo utilizamos para nuestro análisis central esta semana), hay un par de razones por las que es inadecuado entenderlo como un medidor de cuánto petróleo nos queda.
- El indicador asume que el único cambio en reservas será por producción
Este supuesto es poco defendible cuando un país está relanzando su estrategia exploratoria, como México.Aunque México había bajado su ritmo exploratorio en años recientes, el nuevo modelo energético mexicano abre la puerta a que otras empresas, además de Pemex, exploren e incorporen reservas en nuestro país.
- El indicador asume que el ritmo de producción actual se mantendrá constante
Bajo el escenario catastrofista en el que México no logra descubrir ni un solo barril en los próximos años, a pesar de sus renovados esfuerzos exploratorios, lo que en realidad pasaría sería que los ritmos de producción actuales se ajustarían a la baja.Dicho de otra forma, es ilógico pensar que el imaginado último año de producción de petróleo del país se producirían 2 millones de barriles diarios en promedio. La Agencia Internacional de Energía, por ejemplo, estima que los campos actuales (sin nuevos descubrimientos) aún producirían petróleo, 300 mil barriles diarios de crudo para ser precisos, en 2040 (ver p. 81).