El costo y el tiempo de trabajar solo

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Explorar en aguas profundas para diversificar la producción petrolera y revertir la declinación, le han costado a Pemex cerca de 2 décadas de inversiones que ascienden a casi 192 mil millones de pesos. De éstos, 150 mil millones ─ o 10 mil 500 millones de dólares que representan alrededor del 10 por ciento de la deuda total de Pemex ─ se han ejercido en los últimos 10 años.

A partir de esta actividad, Pemex ha reclasificado reservas y ha generado un acervo importante de información que puede apuntar a nuevos descubrimientos. Sin embargo, los campos que se han descubierto aún no producen y aguas profundas sigue siendo un territorio mayormente desconocido.

En su último Plan de Negocios, Pemex apuntó en una dirección diferente a la que había mantenido en estos años. La nueva estrategia de la empresa se aleja de aguas profundas para volver a enfocar su exploración en aguas someras y áreas terrestres debido al alto costo de la tecnología requerida para desarrollar aguas profundas. A pesar de esta decisión, México seguirá su actividad exploratoria a partir del alcance que tengan los contratos de Exploración y Producción que han resultado de las rondas petroleras. A partir de asociaciones (donde Pemex participa) los 28 contratos que se han adjudicado podrían traer inversiones de hasta 50 mil millones de dólares (asumiendo una probabilidad de éxito del 30 por ciento) que se detonarían, en su mayoría, en las siguientes dos décadas. Esta cifra es 1.5 veces mayor de lo que Pemex ha invertido en los últimos 20 años.

 

Fuente: Plan de Negocios de Pemex 2019-2023

 

El reto de explorar en aguas profundas

En los años 70, con la declinación de los yacimientos de aguas someras y campos terrestres en distintas partes del mundo, las empresas petroleras y los países que agotaban sus recursos decidieron buscar nuevos yacimientos en campos de mucho mayor complejidad para acceder, como aguas profundas. Hoy en el mundo se producen alrededor de 9.3 millones de barriles diarios de crudo que, para 2030 podrían significar 12.7 millones de barriles, de acuerdo con la consultora McKinsey.

Como explicó la Agencia de Información Energética de Estados Unidos, los proyectos en aguas profundas implican inversiones de largo plazo e intensivas ─dados los altos costos que implica la perforación de pozos atravesando tirantes de agua de más de 500 metros─ a las cuales se suma un riesgo geológico alto. En una comparación de magnitud, un pozo en tierra puede llegar a costar entre 4.9 y 8.3 millones de dólares, mientras que los pozos en aguas profundas en el Golfo de México pueden representar entre 120 y 230 millones de dólares por pozo en promedio.

Además, los proyectos de aguas profundas toman aproximadamente una década de desarrollo entre la fecha del descubrimiento y la producción. La diferencia entre ambos tipos de cuencas—aguas someras y profundas— está determinada porque, en aguas profundas, la tecnología que se emplea, los equipos que se contratan y el personal que se requiere para poder realizar la perforación son más especializados y con características específicas para cada prospecto de pozo que se quiere perforar.

En el año 2000, México se sumó al desarrollo de aguas profundas para arrancar operación en yacimientos donde el mundo ya tenía presencia desde varias décadas atrás y para prevenir una declinación petrolera como ocurrió en el 2004, después del pico de Cantarell.

En su último Plan de Negocios, Pemex explicó que del 2000 al 2018 el 32 por ciento de sus recursos los ha destinado a buscar hidrocarburos en aguas profundas ─en los últimos 10 años, las inversiones en estas cuencas alcanzaron el 45 por ciento-. A pesar del tiempo y de los esfuerzos invertidos, Pemex reconoce que en 17 años de actividad, la empresa no ha logrado iniciar producción. La evaluación que ha hecho hasta el momento ha logrado identificar un potencial de 27 mil millones de barriles de petróleo crudo equivalente (clasificados como recursos prospectivos) y reservas por 860 millones de barriles equivalentes al 1 de enero de 2019.

 

Fuente: Reportes 20-F de Pemex de cada año.

 

El apoyo de las inversiones privadas

Una de las metas que se planteó cuando se promulgó la reforma energética era acelerar la caracterización de las cuencas en aguas profundas. A partir de la apertura a las inversiones en la cadena petrolera, el Golfo de México fue la región donde más estudios de exploración sísmica se hicieron en el mundo. Uno de los focos de esta actividad se concentró en aguas profundas. Como se observa en el mapa de la CNH, el sureste mexicano ─tanto aguas someras como en aguas profundas─ y las cuencas de Perdido y Cinturón Subsalino, frente a Tamaulipas, fueron las áreas que más inversiones recibieron para hacer este tipo de análisis.

Estimado de inversión en actividades de reconocimiento superficial (ARES)

(dólar por cada 40 kms cuadrados)

Fuente: Comisión Nacional de Hidrocarburos

Otra fuente de actividad son los contratos petroleros de las rondas 1.4 y 2.4 de 2016 y 2018 y el farmout de Trión. A partir de estas licitaciones ─donde ganaron varias empresas, entre ellas Pemex que se asoció con otras compañías─ hoy operan 29 contratos en áreas de aguas profundas a lo largo del Golfo de México.

Si las empresas tuviesen un éxito promedio de 30 por ciento en los pozos que van a perforar para descubrir yacimientos (una estadística dentro de los estándares globales), se estima que las inversiones en las siguientes 2 décadas podrían ascender a 50 mil millones de dólares. La mayor parte de estas inversiones se destinarían en las fases exploratorias y de desarrollo. De concretarse, la industria privada invertiría 1.5 veces el monto de lo que Pemex ha destinado desde el 2000 que inició la campaña de trabajo.

A pesar de los trabajos que están realizando tanto Pemex como las empresas petroleras en aguas profundas, existe otra frontera energética por la cual México debe atravesar para revertir la declinación petrolera y sumarse a las olas de trabajo de la industria energética mundial: los yacimientos no convencionales. En este caso, Pemex también tiene un trabajo incipiente que, en inversiones, no rebasa el 1 por ciento de lo que se ha destinado en los últimos 10 años. En este caso, las asociaciones de Pemex con las empresas petroleras podrían ayudar a acelerar el desarrollo de las cuencas mexicanas, como está sucediendo en aguas profundas.

 

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