El “segundo aire” de aguas profundas

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En los siguientes años, buena parte de la actividad petrolera de México se enfocará a desarrollar proyectos que están en la frontera tecnológica del país. Uno de estos, aguas profundas, ha captado buena parte de la atención en las rondas de licitaciones que se han convocado. Hasta ahora las cuatro convocatorias de las rondas 1 y 2 han dado como fruto 28 contratos nuevos en aguas profundas (de los cuales uno es producto de un farmout de Pemex) y una inversión potencial de 50 mil millones de dólares (ya considerando un porcentaje de éxito promedio de 30 por ciento).

Esta nueva actividad en el lado mexicano del Golfo de México entra en un buen momento: después de haber prácticamente abandonado el desarrollo de nuevos proyectos en aguas profundas tras la caída de los precios de 2014, la industria petrolera global está regresando a explorar y producir hidrocarburos en este tipo de áreas como lo explica Anjli Raval, corresponsal del Financial Times (FT), la exploración en aguas profundas está regresando al panorama mundial de proyectos de inversión, aunque con una diferencia fundamental: los nuevos proyectos son más económicos, simples y pequeños de lo que se aprobaba anteriormente.

¿Qué significa esto para México? Que nuestros proyectos en aguas profundas, si llegan a fase de desarrollo, podrán ser más económicos y rentables.

El contexto mundial

En su nota, el FT señala que la actividad en aguas profundas se incrementará 10 por ciento entre 2017 y 2018. Para 2019 se espera que tenga una actividad aún más acelerada. Sólo en 2018 se podrían dar hasta 40 decisiones finales de inversión (FIDs por sus siglas en inglés).

La razón de esta tendencia varía de cuenca en cuenca, pero hay algunos indicadores globales que favorecen la actividad. Por ejemplo, los costos de desarrollo de los proyectos se han reducido desde 2014. Prueba de esto, es el breakeven para desarrollar lutitas (shale) que pasó de tener un promedio de casi 100 dólares a menos de 60 en estos años y en aguas profundas de casi 70 a menos de 50 en promedio.

Como lo señala Kevin Crowley en Bloomberg, la eficiencia en la construcción de infraestructura ha sido un factor determinante para reducir los costos de desarrollo. En general, se está aprovechando la infraestructura ya existente (ductos y plataformas) en lugar de construir nuevas.

Estamos arrancando actividad en México con los contratos

Sin duda, la eficiencia en los costos representa una oportunidad para que los yacimientos en aguas profundas —tanto de México como de otros países— se desarrollen con niveles de eficiencia más altos y sean más atractivos en comparación con otras cuencas, como el shale de Estados Unidos. “Con costos bajos y el precio del crudo subiendo, las empresas están en un punto donde pueden aprovechar el desarrollo de estos proyectos costa afuera” explicó Sarp Ozkan, de DrillingInfo al FT.

En México hay 27 proyectos en marcha en aguas profundas a partir de los contratos que se firmaron de las rondas 1.4 y 2.4. Las inversiones estimadas para estos 27 contratos ascienden a un aproximado de 50 mil millones de dólares, los cuales ya consideran una tasa de éxito de 30 por ciento en promedio. En los siguientes 5 años se espera que se perforen 97 pozos para desarrollar los proyectos.

Un reporte de la consultora McKinsey de julio de este año, estima que para el 2030, México puede estar produciendo 300 mil barriles diarios de crudo de aguas profundas y ser uno de los motores de crecimiento de la oferta mundial de crudo de estas áreas. Buena parte de esos 300 mil barriles vendrán de los proyectos que hoy están en marcha y que, gracias a un breakeven más bajo, tienen la posibilidad de generar más ganancias para el Estado.

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