Cuando se analiza la velocidad de ejecución de la reforma energética, muchos se van por el camino político. De cara a 2018, usan conceptos como acelerar para blindar y asegurar.

Nosotros creemos que es una perspectiva incorrecta. Meter lo político e ideológico en un proceso que debe analizarse por sus méritos técnicos y económicos inevitablemente resulta en confusión. Desde una perspectiva económica, la velocidad es valiosa –o, para explicarlo en la inversa, ir lento costaría mucho.

Toma como ejemplo los bloques que no se han podido asignar. Asumiendo 100 por ciento de éxito exploratorio, un supuesto estándar que han usado las autoridades, las inversiones asociadas solamente en estos bloques ascenderían a más de 30 mil millones de dólares.

Los que han estado poniendo atención en el mecanismo de licitación seguro dirían que no hay problema: podrán asignarse en la Ronda 3 o 4 o 9 o 10. Pero eso no elimina el costo de que no se hayan convertido en procesos productivos desde ahora.

Esta semana, usando una tasa de descuento de 10 por ciento anual —un supuesto conservador— calculamos ese costo. Si en 2018 se adjudica todo lo que hasta 2017 no salió, México habría “perdido” 3 mil 245 millones de dólares. Si no se han adjudicado para 2024, habría perdido 30 mil 785 millones de dólares.

El ejemplo es ilustrativo. El dinero “perdido” de esta forma no sólo debería abarcar lo que no se logró adjudicar en las rondas, sino también lo que no se incluyó –o lo que se incluyó pero luego se eliminó. También tendría que considerar el costo que representa retrasar el arranque en la producción de los proyectos, así como en la derrama económica que se puede generar. En conjunto, ambos efectos incrementarían el impacto.

Mientras que lo político puede ser enredado, el argumento económico es muy claro: hay que pisar el acelerador. Las inversiones, mientras más rápido se concreten, mayor valor generarán.

Esta semana tenemos como invitada de opinión a Elizabeth Castro, Directora General Adjunta de Apoyo Normativo y Ocupación Superficial de la Secretaría de Energía. Su texto nos habla sobre el papel fundamental que tienen los Testigos Sociales en los procesos de negociación para el uso y ocupación superficial de las tierras cuando un proyecto energético busca asentarse en un lugar determinado. Hasta el momento Sener cuenta con 40 personas para cubrir un total de 400 negociaciones abiertas.

Por si te lo perdiste

• La semana pasada el Ministerio de Energía de Noruega adjudicó 75 contratos de licencia para desarrollar sus yacimientos en el Mar del Norte, el Mar de Noruega y el Mar de Barrents. En total, 39 empresas participaron en la licitación. La Ronda fue seguida muy de cerca por analistas que buscan continuidad en la actividad exploratoria en esta zona.

• El mercado de gas natural va a dar mucho de qué hablar. Esta semana, Alfa señaló que la industria puede prescindir de Pemex para abastecer sus necesidades de este combustible, por lo menos en la zona norte del país. Esta entrevista de Alfredo González y Luis Valle, de El Norte, vale la pena.

• Pemex regresa a Davos. Les recomendamos el artículo de opinión del director general, Carlos Treviño que publicó ayer en El Universal, explicando por qué es relevante la presencia de la empresa en este foro internacional.

• Se acerca la fecha de la licitación 2.4 con bloques en aguas profundas y las estimaciones de éxito ya están saliendo. En entrevista con Reuters, el Secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, dijo que su medida de éxito (una de las varias que se pueden ocupar) será si se adjudica al menos una cuarta parte de los bloques (en términos conservadores, 7).

• “Los precios altos del petróleo son, principalmente, un reflejo de una economía global sana, no una amenaza a esta”. Reflexiones como ésta no se encuentran diariamente, por lo que les recomendamos leer este ensayo de The Economist.

Gracias por leernos

Pablo

Pablo.zarate@pulsoenergetico.org