Por alguna razón, es relativamente común imaginarse que los recursos petroleros están distribuidos en una gigantesca alberca en el subsuelo que abarca todas las regiones petroleras del país. A partir de esta perspectiva que, por supuesto, contradice a la evidencia geológica, incrementar la producción solo requiere más pozos y más inversión. Esta idea también tiende a ignorar que, aun cuando ya se descubrió un yacimiento, encontrar la forma ideal de aprovecharlo y desarrollar la infraestructura para extraerlo toma mucho tiempo.
Esta semana nos enfocamos en la segunda parte de esta ecuación. Medimos el tiempo que le ha tomado a Pemex y a privados mover un proyecto de descubrimiento a producción. Los resultados son un poderoso recordatorio de que generar cambio significativo en una industria tan grande toma mucho tiempo. Si consideramos que hasta hace poco Pemex estaba obligada a mantener un portafolio que abarcara todas las oportunidades del país, tampoco debería ser una sorpresa que estos lapsos en México sean más largos que el promedio de la industria.
Los resultados también nos pusieron a reflexionar: ¿cuántos años más le hubieran tomado a Pemex llevar a producción los descubrimientos de Hockhi y Amoca-Mistón-Teocalli e Ichalkil que de plano no pintaban en la lista de prioridades? Gracias al esfuerzo de privados, estamos a un par de años de por fin ver resultados.
La misma pregunta aplica para Zama. Hoy, gracias al esfuerzo del consorcio que exploró en el bloque 7 de la Ronda 1, sabemos que ahí hay un yacimiento importante que podría estar produciendo una cantidad significativa de petróleo para 2022. Esta meta implicaría que Zama sería un desarrollo acelerado, en línea con los estándares mundiales y más rápido que muchos proyectos mexicanos. ¿Cuánto tiempo hubiera pasado para que Zama empezara a pintar en el mapa si como país hubiéramos seguido dependiendo sólo de Pemex?
Por si te lo perdiste
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— Pulso Energético (@PulsoEnergetico) 11 de diciembre de 2018
Gracias por leernos,
Pablo
pablo.zarate@pulsoenergetico.org