Las rondas petroleras en el mundo han sido una herramienta para generar actividad en distintas cuencas desde hace varias décadas. El mecanismo se ha extendido tanto en la práctica internacional, que hoy son la norma mundial para atraer inversión, talento, actividad…

Pero las rondas también ayudan a acelerar el desarrollo de los yacimientos. Con la prospectiva de que en un par de décadas la demanda de petróleo podría ya no crecer e, incluso, comenzar a caer, el desarrollo de los yacimientos es hoy más apremiante, particularmente cuando consideramos que descubrir los yacimientos toma entre 3 y 10 años y que, después de extraer el primer barril comercial, los pozos seguirán aportando crudo por 30 o 40 años más.

Si no empezamos lo más pronto posible, lo que hoy son constituyen activos valiosos podrían acabar siendo activos varados.

En este contexto, varios países de América Latina están cambiando de un modelo de actor único (focalizado en empresas estatales que operan todos los yacimientos a pesar de sus capacidades de ejecución y financieras) a otro donde se concursan rondas de licitación enfocadas en atraer al mejor talento posible para una multiplicidad de cuencas, diversificar el número de empresas operando, atraer capital, etc. En nuestro Issue Brief de Septiembre revisamos los procesos de licitación de distintos países del continente completo y evaluamos los resultados que han traído.

En el caso mexicano, contamos hoy con un modelo donde se reflejan los beneficios de esta competencia en actividad en cuencas tecnológicamente fronterizas (como aguas profundas), en diversidad de empresas y en una creciente actividad de exploración y producción. Pero sin nuevas rondas, este efecto limita su potencial para aprovechar los recursos naturales con los que contamos.

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Alejandra

alejandra.lopez@pulsoenergetico.org