Sin transparencia no hay confianza

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Si los 13 mil millones de barriles de petróleo que hemos extraído de Cantarell se comercializaran a precios de hoy de la mezcla mexicana, sumaría más de 680 mil millones de dólares (casi 92 veces el presupuesto completo de exploración y producción de Pemex para 2017).

Partimos de un supuesto simplista. Una buena parte se comercializó con precios más bajos, de 20 dólares por barril. Otra parte fue con precios más altos, de más de 100 dólares por barril. Pero el resultado, de todos modos, ilustra la enorme cantidad de recursos que la industria puede producir.

Además de financiar la operación de Pemex, esos recursos se han convertido en gasto e inversión del gobierno. Hoy intuimos que han financiado la construcción de infraestructura como escuelas, hospitales y carreteras. Han pagado salarios en el gobierno federal y han subsidiado productos como las gasolinas.

El problema es que no sabemos en qué proporción. No sabemos qué escuela o qué hospital se pagó con barriles de crudo. No sabemos exactamente cuánto de lo ganado por el petróleo nos hemos comido en subsidios. Podemos hacer análisis desagregado y de tendencias. Pero ni siquiera tenemos tanta claridad sobre el costo medio de producción a lo largo del tiempo.

El nuevo modelo energético mexicano transparenta las inversiones y ganancias

Todo esto está cambiando bajo el nuevo modelo energético mexicano. El mecanismo de rondas, por ejemplo, deja perfectamente claro cuánto le debe pagar una petrolera al Estado mexicano en impuestos, regalías y derechos. La posibilidad de dar seguimiento público a los contratos garantiza que estos pagos se cumplan.

Por otra parte, el Fondo Mexicano del Petróleo discute y publica sus decisiones sobre la inversión de largo plazo que  realice a partir de las ganancias petroleras del Estado. El manejo del ahorro petrolero es transparente y se va a poder vincular, uno a uno, a proyectos productivos.

Sin embargo, la transparencia en el gasto corriente y la inversión de plazos más cortos sigue siendo un reto. Justo por eso es tan importante la entrada de México a la Iniciativa de Transparencia en la Industria Extractiva (EITI). EITI, al generar un mecanismo muy vigilado (tres partes y múltiples organismos involucrados) para monitorear el uso gubernamental de los recursos generados por el gas y petróleo, cierra la pinza de la transparencia y permite conocer el destino de la renta. Como lo señala el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) “la admisión de México al EITI llega en un momento crítico, a medida que el país abre su sector de petróleo y gas a la inversión privada… “La necesidad de una mayor transparencia y responsabilidad son temas clave en el debate sobre el futuro de la industria”.

El modelo EITI

Más que una institución, EITI está fundada como una iniciativa que dota de protocolos y da recomendaciones a los países que buscan ser más transparentes en el manejo de los recursos que provienen de sus industrias extractivas. EITI, de hecho, fue fundado por gobiernos, empresas y organizaciones de la sociedad que tenían como creencia común que los recursos energéticos deben beneficiar a los ciudadanos y que, para conseguirlo, se requieren estándares elevados de transparencia y rendición de cuentas.

Formar parte de EITI, como México lo consiguió la semana pasada, implica la exigencia de que el país deberá publicar información puntual y precisa sobre aspectos clave en la gestión de los recursos naturales, incluyendo el modo en que se otorgan las licencias, las contribuciones fiscales que pagan las empresas y el destino de esos fondos dentro del gobierno tanto a nivel nacional como regional.

El modelo se sustenta en 3 pasos sencillos: la creación de un grupo multipartita (llamado en México Grupo Multipartícipe Nacional) con representantes del Gobierno, la industria y la sociedad civil; la elaboración de informes anuales de avance en la implementación del modelo EITI que se sustenta en 8 objetivos y la aplicación de las recomendaciones que emanen del análisis de los informes.

El grupo Grupo Multipartícipe Nacional está formado por:

  • Gobierno
    • Secretaría de Energía
    • Secretaría de Economía
    • Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
  • Industria
    • Pemex
    • Asociación Mexicana de Empresas de Hidrocarburos (Amexhi)
    • Cámara Minera de México.
  • Sociedad Civil
    • Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM
    • Proyecto sobre Organización, Desarrollo, Educación e Investigación (PODER)
    • Alianza para la Sustentabilidad del Noroeste Costero (AlCosta).

Adicionalmente, otras organizaciones civiles están asociadas al proceso de EITI, como Fundar, Transparencia Mexicana y el Instituto Mexicano para la Competitividad se han sumado como asesores de la Iniciativa.

Con la aceptación de México en la Iniciativa, el grupo ha presentado varios documentos con los cuales México respaldó sus intenciones de sumarse a EITI, así como reconocer que el país tiene el potencial y las herramientas para implementar las nuevas medidas. Dentro de estos documentos, destaca el Plan de Trabajo que traza la ruta para hacer que el modelo EITI arranque su operación. Aunque detallamos los 6 objetivos del Plan (y sus desafíos relacionados) en este artículo, es necesario destacar que el documento conduce al siguiente paso en el proceso EITI: presentar en 2018 el primer reporte nacional sobre el estado de la transparencia y los objetivos a conseguir con base en los retos que se identifiquen.

Con este reporte, México podrá empezar a hacer sus adecuaciones para asegurar que el cumplimiento de los 8 objetivos de EITI, los cuales detallamos en este artículo. Cada uno de estos requisitos son evaluados y cada país demuestra un distinto grado de avance en aspectos que van desde encontrar plataformas para socializar la información sobre los ingresos petroleros (nacionales y locales) hasta supervisar el origen y destino de los recursos y abonar información al debate público sobre el uso de los ingresos nacionales de la industria extractiva. El objetivo final de la adhesión a EITI, finalmente, será la generación de debates más informados y la confianza en la administración de los recursos porque, como dijo Dalai Lama, “la falta de transparencia sólo resulta en desconfianza y un profundo sentimiento de inseguridad”.

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