La transparencia como un pilar fundamental del sector energético

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Al abordar el tema de transparencia, es natural que mucha de la atención se concentre del lado de la oferta de información.

Desde esta perspectiva, el ‘3 de 3’, la creación del Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI, antes IFAI), o el relanzamiento esta semana del Portal de Obligación de Transparencia, son iniciativas exitosas porque obligan, o al menos incentivan, la difusión de información relevante que antes era inaccesible. En el sector energético, un buen ejemplo sería la colocación de deuda de Pemex en la bolsa de Nueva York —algo que ocurre desde la década de los 90—. Al obligar a Pemex a presentar información clave a inversionistas bajo reglas estandarizadas, los “20-F’s” (reportes anuales que el área de relación con inversionistas de Pemex prepara y reporta al NYSE año con año; el más reciente lo puedes revisar aquí) y otros documentos similares se han convertido en una valiosa fuente de información.

Sin embargo, el otro lado de la ecuación —el de la demanda de información— es igual o más importante para sentar las bases de la transparencia. De hecho, un ‘shock externo en la demanda de información’ (un suceso que inmediatamente genera un mayor intercambio de información ante cualquier precio dado) puede ser una fuerza transformadora tan poderosa o más.

Como ejemplo, considera la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). De un plumazo, el acuerdo multiplicó el número de participantes en un número de industrias. Con este aumento en competencia, la demanda por información independiente, precisa y oportuna incrementó significativamente, a tal grado que investigadores de renombre como Chappell Lawson han concluido que la firma del acuerdo fue uno de los motores que impulsó el surgimiento de una prensa realmente libre en México.

El punto, por supuesto, no es que el TLCAN haya sido una iniciativa propiamente de transparencia, o que buscaba en sí promover la libertad de prensa. El punto es que el desplazamiento de monopolios u oligopolios por un mercado competitivo multiplicó las necesidades de información: sobre el mercado mismo, sobre la competencia, sobre la toma de decisiones desde el gobierno. Distintos puntos de la cadena de valor que solamente generaban información para consumo interno de alguna empresa, atrajeron la atención de los mercados… y esto trajo consigo transparencia.

¿Suena familiar?

Antes de la creación del nuevo modelo energético mexicano, las decisiones sobre dónde explorar, dónde producir y, prácticamente, dónde invertir, se tomaban en un entorno donde el nivel de información hacia afuera era bajo. Esto ocurría por la estructura de la industria además de que Pemex no estaba obligado a publicar la información, no había un mercado que generara parámetros objetivos.

Antes de la reforma energética no había suficiente diversidad de participantes para incentivar que el propio mercado hiciera evidente las desviaciones en un parámetro. Muchos casos de whistleblowing en la industria se dan a partir de un competidor quien detecta anomalías y las reporta. Bajo el modelo anterior, se desperdiciaba la fuerza del mercado para generar este tipo de alertas.

Esto cambió a partir de que se celebró la Ronda Uno bajo el nuevo modelo energético mexicano. Al poner en el corazón de la industria un mecanismo de subastas competitivas, completamente público y con la participación de muchas empresas de distintos tamaños y nacionalidades, se corrigen de tajo los vicios del modelo anterior. Se generó un ‘shock externo en la demanda de información de energía’ —que audiencias llenas en conferencias, congresos, seminarios y un sustancial incremento a suscripciones de publicaciones especializadas o servicios de información estratégica, confirman de manera anecdótica. Además, a través de la competencia, se generaron los incentivos correctos para que los propios participantes vigilen el proceso. Que muchos de ellos, por su nacionalidad o por su relación con las bolsas de valores más importantes del mundo son sujetos obligados de algunas de las leyes anti-corrupción más estrictas del mundo (como el Foreign Corrupt Practices Act y el UK Bribery Act) le da aún más fuerza al mecanismo. La reciente creación del Sistema Nacional Anticorrupción (que se compone de 7 Leyes diferentes, entre ellas la Ley 3de3) abona en la misma dirección.

En este contexto, cualquier mecanismo que se concentre en el lado de la oferta cobra mayor relevancia. Siempre que haya competencia y que, por ende, las diferentes organizaciones encuentren valor en la información producida, iniciativas como las de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) o el Fondo Mexicano del Petróleo (FMP) por cultivar la transparencia; y las candidaturas de México para ser parte de la Iniciativa para la Transparencia en Industrias Extractivas (EITI) y de la Agencia Internacional de Energía (AIE), encontrarán terreno fértil para seguir impulsando la transparencia.

Para ser claros: la transparencia, desafortunadamente, no impide que en algún momento dado se pueda actuar indebidamente, pero sí es un fuerte candado contra la impunidad. En la medida en que se sigan generando iniciativas que resulten en la generación de información, el sector energético mexicano no sólo será más competitivo, sino también más limpio.

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