El liderazgo que puede tener México y que no debemos dejar ir

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Nuestra producción petrolera en aguas profundas es cero. En yacimientos no convencionales, también. Pero, de acuerdo con la consultora McKinsey, el futuro petrolero mexicano se ve muy diferente al presente. En menos de 20 años, México podría ser líder en el crecimiento en la producción en ambos proyectos.

En su Outlook a 2035, McKinsey explica que en aguas profundas México podría estar produciendo alrededor de 1.4 millones de barriles diarios de petróleo para 2035. En shale, podríamos estar liderando los esfuerzos globales de desarrollo (fuera de Estados Unidos) junto con Argentina y Rusia.

Es una predicción emocionante. En ambos casos, son fronteras tecnológicas para México que necesitan del desarrollo de una actividad intensiva de exploración y desarrollo para poder alcanzar una etapa de producción que nos permita aprovechar los recursos con los que contamos.

Aguas Profundas

En el mundo, los proyectos en aguas profundas están viviendo una segunda nueva ola de actividad. Tras un periodo de retraso en las inversiones por la caída en los precios del petróleo, en Latinoamérica, Brasil ha organizado rondas de licitación para adjudicar bloques petroleros en aguas profundas que han sido altamente concurridos, mientras que Guyana se perfila como una nueva frontera regional en este tipo de yacimientos. Diversos cambios regulatorios y la adaptación de los marcos legales a las nuevas condiciones de mercado han reabierto el interés de la industria por este tipo de proyectos.

En este contexto, México ha logrado atraer la atención de la industria internacional a partir de las licitaciones petroleras. Actualmente se están ejecutando 29 contratos que fueron adjudicados a través de las rondas 1 y 2 y otro más que se firmó a través de una asociación con Pemex para desarrollar el yacimiento Trión. En conjunto se ha comprometido la perforación de 33 pozos en este tipo de yacimientos

A partir de estos contratos y de inversiones adicionales que destine Pemex en las áreas que le fueron otorgadas en la Ronda Cero, las perspectivas de producción son alentadoras: las estimaciones del equipo de transición con base en información de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) señalan que la producción de los proyectos en aguas profundas arrancará en 2029 —tanto para los contratos de la ronda 1.4 como los de la 2.4— con un volumen de 70 mil barriles diarios. Para 2032, la producción será de 400 mil barriles diarios en promedio.

Por otro lado están los pronósticos que hizo la Agencia Internacional de Energía en 2015 (antes de que se adjudicara cualquier contrato petrolero) en el Mexico Energy Outlook, donde considera que México podría producir 200 mil barriles en 2025 y terminar en 2040 con 900 mil barriles diarios. McKinsey, por último, en los últimos dos documentos que ha publicado este año, considera que México podría producir 300 mil barriles diarios de crudo en 2030 aunque en su prospectiva a 2035 —un documento separado— podrían ser 1.4 millones de barriles diarios.

Producción en aguas profundas y ultra profundas

(millones de barriles diarios)

Fuente: McKinsey – Global Oil Supply and Demand Outlook 2035

En los siguientes años la producción de México puede ser la segunda fuerza mundial en crecimiento, sólo por debajo de Brasil. En el escenario que plantea McKinsey en su Outlook a 2035, Brasil tomará la delantera con 1.8 millones de barriles mientras que México produciría 1.4 millones.

Más allá del volumen de producción que pudiera tener Aguas Profundas, su mayor aportación a México será en 3 vertientes: compensar la caída en la producción petrolera, fungir como una fuente de diversificación de la producción para desconcentrar la actividad sólo de aguas someras y modernizar la industria petrolera mexicana al entrar a un nicho de producción que lleva varias décadas rezagado por el modelo de desarrollo que existía antes de la reforma energética.

Si aguas profundas alcanza el potencial que estima la Agencia Internacional de la Energía, la producción total de hidrocarburos pasaría de tener el 70 por ciento de la producción concentrada en aguas someras a sólo 32 por ciento en 2040. Aguas profundas pasaría de 0 a 30 por ciento de participación.

Yacimientos no convencionales

En yacimientos no convencionales, particularmente lutitas (shale), México es uno de los 10 países con el mayor número de recursos potencialmente recuperables, según la Administración de Información Energética. Nos sobrepasan en volumen China, Estados Unidos, Argentina, Algeria, Rusia, Canadá y la Unión Europea como región económica.

En shale, el país que ha logrado el mayor éxito en la explotación de los recursos es Estados Unidos. De acuerdo con McKinsey, la cuenca Permian será la que mayor producción aporte a Norteamérica de aquí a 2035. De 2018 a 2035, se podrían añadir alrededor de 2.5 millones de barriles diarios nuevos de producción incremental.

Sin embargo, fuera de Estados Unidos, la producción enfrenta varios retos como la falta de agua, trabajo con comunidades, complejidad tecnológica, inversiones, falta de infraestructura de transporte y distribución. A pesar de ello, distintos países han avanzado en el desarrollo de sus yacimientos No Convencionales, como Argentina, quien tiene un plan de desarrollo agresivo.

México aún no desarrolla sus recursos prospectivos de 31 mil millones de barriles de petróleo y 142 billones de pies cúbicos de gas natural. Además, tenemos apenas una veintena de pozos petroleros perforados para este tipo de yacimientos. En un esfuerzo para atraer la atención de inversionistas, la Comisión Nacional de Hidrocarburos, la Secretaría de Energía y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público lanzaron este año la última convocatoria de la Ronda 3 para desarrollar estos yacimientos.

Si los pronósticos de la Agencia Internacional de Energía se cumplen, a partir de 2035 podríamos producir 400 mil barriles de petróleo de estos yacimientos; sin embargo se tiene que detonar la actividad rápidamente para cubrir la curva de aprendizaje que otros países han podido completar gracias al impulso de la industria.

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Aguas profundas y yacimientos no convencionales son, todavía, un terreno desconocido en México que, en el primer caso, se está explorando gracias a la adjudicación de contratos y la presencia de competencia entre empresas quienes buscan desarrollar sus recursos lo más rápido posible. En el caso del shale, México aún no detona actividad que permita operar a gran escala.

Si no logramos detonar actividad constante, podríamos perder la oportunidad de ser líderes en ambos segmentos, lo cual rezagaría a la industria mexicana como potencia energética mundial.

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