Almacenamiento de energía: una alternativa para combatir el cambio climático

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A estas alturas, hay suficiente evidencia científica para afirmar que el clima está cambiando, principalmente como resultado de actividades humanas que derivan en la concentración de gases de efecto invernadero (GEI).

En la medida en que la generación y consumo de energía son la principal fuente GEI a nivel global, el sector energético tiene la responsabilidad de contribuir con soluciones innovadoras para hacer frente al calentamiento global. Las estrategias para decarbonizar la industria energética comúnmente se han basado en una mayor integración de energías renovables, sobre todo en países con alto potencial solar y eólico como México.

Sin embargo, la creciente integración de renovables –resultado de las metas nacionales de generación limpia, de las tres subastas de largo plazo y del enorme potencial renovable del país– implica retos para la operación del sistema eléctrico. La intermitencia de estos recursos (e.g. ante nubes pasajeras o vientos más o menos intensos) es un reto para la confiabilidad y seguridad de la red.

En estas circunstancias, el almacenamiento de energía eléctrica (AEE) constituye una alternativa eficaz para la integración de más renovables y que México avance con pasos firmes en el camino de la transición energética. Al controlar la entrada y salida de energía, los sistemas de AEE pueden contrarrestar la variabilidad típica de las fuentes renovables, con beneficios adicionales para todo el sistema.

En términos generales, el AEE abarca diferentes tecnologías (baterías de litio, acumulación por bombeo, aire comprimido, volantes de inercia, supercapacitadores, entre otras) que permiten capturar energía producida en un momento del tiempo, para usarla posteriormente. Por sus características físicas y operativas, el AEE puede proveer una amplia gama de servicios a lo largo de toda la cadena de valor del sector eléctrico: puede proveer energía e incluso potencia; mejora la operación de la red al ofrecer servicios auxiliares de respuesta rápida; robustece la red al aportar mayor flexibilidad; y empodera a los consumidores finales a manejar su gasto en electricidad.

Uno de los servicios menos reconocidos pero de alto valor, es la utilización del AEE como un activo de transmisión o distribución. El almacenamiento puede robustecer la infraestructura de red existente, prevenir estrés y sobrecargas térmicas en las líneas y evitar congestión. Así, el AEE permite diferir –e incluso, evitar– inversiones en nueva infraestructura de transporte y distribución, reduciendo costos para el operador y los usuarios finales.

Las ventajas del almacenamiento pueden ir más allá del sistema eléctrico, en beneficio de la sociedad en general. Por ejemplo, a través de la derrama económica de su fabricación e instalación; al reducir la dependencia de combustibles fósiles promueve la seguridad energética y menores emisiones de GEI, y facilita el acceso de poblaciones marginadas al servicio eléctrico.

La viabilidad económica de los sistemas de AEE es una realidad, sobre todo si se tiene en cuenta que sus costos van a la baja y su operación es cada vez más eficiente. En el caso de las baterías de litio, el desarrollo de vehículos eléctricos ha impulsando estas tendencias, incluso para aplicaciones estacionarias. De hecho, el precio por KWh de estas baterías cayó de 1,000 dólares en 2010 a 200 dólares en 2017, y para 2030 se espera que baje aún más llegando a 70 dólares.

Pero la caída en costos no es suficiente para garantizar su despliegue. La viabilidad de los proyectos de almacenamiento depende de que puedan percibir múltiples ingresos, por cada uno de los servicios que técnicamente son capaces de proveer. Los lugares del mundo con mayor despliegue de AEE, como California, cuentan con mercados que permiten que los recursos de AEE presten diversos servicios y sean remunerados por cada uno de ellos.

En México, tenemos el reto de crear un marco regulatorio para el almacenamiento que dé certidumbre a las actividades que pueden realizar estos activos, reconozca su naturaleza multipropósito y defina mecanismos para remunerarlos. Este pendiente regulatorio es también una gran oportunidad para que México, tras la apertura de sus mercados energéticos, diseñe desde cero las reglas para el AEE, contrario a lo que ha sucedido en otras jurisdicciones donde el trato regulatorio a estos recursos, se decidió sobre la marcha y terminó siendo una colcha de retazos.

Entre los pendientes regulatorios para desarrollar el mercado de AEE en México está:

  • Crear una nueva definición de AEE que reconozca su naturaleza multipropósito;
  • Desarrollar la metodología de contraprestación de servicios conexos regulados y privilegiar a los activos de red con mayor velocidad de respuesta;
  • Considerar al AEE durante el proceso de planeación de la red eléctrica, paso necesario para que reciba tarifas reguladas por servicios de transmisión y distribución;
  • Desarrollar reglas de operación para que convivan diferentes servicios sin comprometer la operación del sistema, ni el funcionamiento del mercado; y
  • Revisar los instrumentos de mercado vigentes y modificar aquéllos que sea necesarios.

El almacenamiento de energía tiene el potencial de cambiar el sector eléctrico, así como los comportamientos de todos los que en él intervienen. En la medida en que sus costos continúen cayendo, el AEE es una solución cada vez más factible para la masificación de las energías renovables y la decarbonización de la economía. En este escenario, el AEE puede ser el eslabón perdido para la transición energética y la materialización de un futuro  en el que la mayor parte de la electricidad –o incluso el 100%– se genere a partir de nuestras abundantes fuentes renovables.

 

Montserrat Ramiro, Catalina Delgado y Mariana Jiménez

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