El 27 de marzo de 2018, autoridades y empresas del sector petrolero de México se reunieron por última vez para celebrar una ronda de licitaciones que permitirían al país generar nueva actividad petrolera sin comprometer al erario.
Desde ahí, el mecanismo se ha detenido. Han pasado 18 meses desde que se adjudicó el último contrato. En este tiempo, México podría haber licitado una ronda completa como las de la Ronda 1, 2 y 3.
Esta “Ronda Perdida” tiene un impacto negativo muy significativo. Específicamente, nuestro análisis, que se puede consultar por completo aquí, sugiere que la pérdida ascienda a:
- 52 contratos no otorgados (lo cual genera 52 bloques adicionales)
- 72 pozos petroleros nuevos que no se van a realizar
- 23 mil millones de dólares de inversión que no se va a ejecutar
Para poner estos números en contexto, los 23 mil millones de dólares equivalen a la operación por 18 años continuos del programa Jóvenes Construyendo el Futuro de la STPS; o al presupuesto de 3.6 años de la Secretaría de Salud.
La carencia de actividad tiene varias consecuencias adicionales. Por un lado son barriles no producidos, recursos que tardarán más tiempo en encontrarse y extraerse y cuencas que tardarán más tiempo en desarrollarse, particularmente en aquellas tecnológicamente fronterizas, como es el caso de aguas profundas y yacimientos no convencionales que estaban programados para concursarse en las siguientes rondas que no se han convocado.
Sin duda, esta es una enorme oportunidad perdida.
Gracias por leernos,
Alejandra
Alejandra.lopez@pulsoenergetico.org