Dos claves para remontar la producción petrolera

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Es tan obvio, que a veces es fácil perderlo de vista: el futuro petrolero de México no está en el petróleo viejo, sino en el petróleo nuevo. Para 2040, como explicamos en el artículo central de este número, el petróleo viejo representará sólo 300 mil barriles diarios. El futuro de la industria petrolera mexicana depende de la exploración y desarrollo de petróleo nuevo: yacimientos en las ‘nuevas fronteras tecnológicas’.

Para México, que se había rezagado en la adopción de tecnologías nuevas, las aguas profundas y los recursos shale o lutitas representan fronteras prácticamente intactas. Este breve artículo detalla la complejidad del reto para cada uno de estos casos.

Aguas Profundas

La producción global de aceite (crudo más condensados y NGLs) desde aguas profundas continúa creciendo. En 2015, alcanzó 9.3 millones de barriles por día, lo cual representa cerca del 10 por ciento de la producción global de crudo. A pesar de que se han perforado pozos en aguas profundas en Estados Unidos desde la década de los 70s (y de que existe un gran potencial en aguas profundas mexicanas), México hoy no produce ni un solo barril desde este tipo de yacimientos. Los primeros descubrimientos en aguas profundas mexicanas no ocurrieron sino hasta 2006 en el caso de gas (Lakach) y 2011 en el caso de crudo (Trion-1).

Hasta hace poco, Pemex tenía prohibido asociarse con otras empresas y compartir los costos del desarrollo de la infraestructura de producción para un proyecto de aguas profundas (que, como el caso de Trión demuestra, puede costar decenas de miles de millones de dólares). Esto era un obstáculo infranqueable para que Pemex pudiera aprovechar esta fuente de petróleo nuevo.

La falta de acceso a las tecnologías apropiadas y a la experiencia operativa necesaria para administrar nuevos proyectos en aguas profundas también fueron barreras importantes que el nuevo modelo energético mexicano ya empezó a desvanecer. México hoy tiene 7 nuevos operadores que, durante los próximos años, van a desarrollar y explorar proyectos petroleros en aguas que llegan a tener profundidades superiores a los 1,500 metros.

Shale

A la fecha, el fracking—el mecanismo de estimulación de pozo que se ha utilizado para aprovechar los recursos shale—se ha utilizado en más de 300 mil pozos en Estados Unidos. Dos terceras partes del gas producido en Estados Unidos provienen de este tipo de pozos.

En México, en contraste, a pesar de ser considerado el sexto país del mundo con más recursos recuperables de shale, sólo ha sido exitoso en un 25 por ciento de los cerca de 20 pozos que ha estimulado con esta técnica. La producción de shale aún es incipiente porque no se ha logrado atraer la inversión necesaria para que las tecnologías se adopten en gran escala.

Además, una característica importante para que los recursos shale se adopten plenamente es que la cadena de suministro debe ser ágil y eficiente para facilitar que se perfore la gran cantidad de pozos (p. 89). Considerando que la escala de las iniciativas shale en México aún es pequeña, aún no se ha podido desarrollar esta característica.

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