La necesidad de hablar sobre pobreza energética

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Por Gabriel Alberto Rosas Sánchez

La dinámica y configuración de los sistemas energéticos nacionales se enfrentan a una serie de retos ambientales, económicos y sociales. Dentro de estos últimos está la pobreza energética.

García-Ochoa y Graizbord (2016) se refieren a esta situación cuando una persona no satisface las necesidades humanas relacionadas con los usos de energía. Mientras, dentro de las definiciones clásicas de pobreza energética, Boardman y Houghton (1991) señalan que un hogar incurre en esta situación cuando no puede tener los servicios adecuados de energía con el 10% de sus ingresos. Dicho de otro modo, este fenómeno se refiere a la incapacidad adquisitiva de los miembros del hogar a contar con servicios energéticos de calidad. En el caso de México, García-Ochoa (2014) encuentra que los principales factores que inciden sobre la pobreza energética son el nivel de ingreso, el tamaño de la loca­lidad y del hogar, el nivel de educación y el sexo del jefe del hogar, agravándose esta situación cuando este rol lo ocupan las mujeres.

La vertiente dominante en el tema se ha centrado en el análisis sobre la infraestructura de los hogares y el tipo de electrodomésticos que adquieren las familias como aspectos que reducen el gasto monetario en servicios energéticos. Además, el nivel de ingreso es clave para que las familias puedan adquirir productos de alta eficiencia energética que reduzca el costo del recibo eléctrico. Conjuntamente, las condiciones técnicas de la producción de energía, las variaciones del mercado internacional de insumos y el plan fiscal en cada país determinan el precio de los servicios, en muchas ocasiones desfavorable para el usuario final. A este respecto, el nivel de ingreso de las familias resulta una limitante para acceder a los servicios de calidad haciéndolas recurrir al uso de fuentes primarias y económicas de energía como la biomasa, poniendo en riesgo su salud por exposición a diversos gases nocivos.

Para entender los impulsores de la pobreza energética se requiere una visión holística. Considerar la cultura energética, es decir, los hábitos de consumo e interacciones de cada sociedad con sus dimensiones materiales y energéticas, determina la importancia de cada uno de los servicios de la matriz energética dentro de la práctica social cotidiana, siendo la pobreza energética un fenómeno que supera el aspecto meramente económico en términos de bajos ingreso, ya que además transgrede el espacio cultural de la sociedad.

En esta misma sintonía (véase por ejemplo Grobmann y Kahlheber, 2017; Suppa et al. 2019) la pobreza energética es resultado de un sistema excluyente y discriminatorios contra ciertos tipos de hogares que durante el proceso de modernización energética no cuentan con la infraestructura suficiente; en otros casos, sobre las comunidades no consideradas en la red de distribución por su ubicación geográfica.

Es posible distinguir la vulnerabilidad contra la población que utiliza aparatos médicos y requieren un mayor número de horas de servicios eléctricos, las comunidades pobres cuyo nivel de ingreso no les permite cubrir los recibos y el rechazo constitucional a formas alternativas de generación energética, tal como sucede en el sector eléctrico donde las comunidades o entidades autónomas deben vender su energía a la Comisión Federal de Electricidad en lugar de poder autogestionarla.

Figura 1.  Caracterización de la pobreza energética como fenómeno sistemático
Fuente: Elaboración propia con base en Großmann y Kahlheber (2017)

La figura 1 muestra los distintos campos dentro de los que actúa la pobreza energética. Más allá de considerarse un fenómeno vinculado al poder adquisitivo del ingreso, existe una estructura de retroalimentaciones y espacios de acción dentro de los cuales puede identificarse cada determinante. La heterogeneidad de elementos requiere de un conjunto de políticas tanto en el espacio técnico en la generación y distribución de la energía, en la política energética y ambiental para evitar procesos predatorios contra el ambiente, dentro de la política social para actuar a nivel de los hogares y, sobre todo, la posibilidad de integrar en el diseño institucional la exigencia de los sectores excluidos, al tiempo que se reconozcan las formas de autodeterminación energética de diversas comunidades del país que sean compatibles con su cultura energética propia.

Es necesario establecer las condiciones para la consolidación de un sistema energético justo a la luz de las exigencias sectoriales del país y dentro del contexto de la crisis climática. La pobreza energética es una manifestación clara de la desigualdad contra ciertos sectores que debe abordarse dentro de un entramado de elementos más allá del técnico.

El veloz transcurrir de los años demanda los mayores retos y capacidad de adaptación del sistema energético en la historia bajo el principio de justicia energética y sustentabilidad que se manifieste en necesidades satisfechas. El grado de éxito deberá incluir la integración de los diversos actores excluidos en la generación como aspecto relevante en la reducción de la pobreza y señal de autonomía energética.

Bibliografía

Boardman, B. y Houghton, T. (1991). Poverty and Power: the efficient use of electricity in low-income households. Bristol Energy Centre.

García-Ochoa, R. (2014). Pobreza energética en América Latina. Serie Documentos de proyecto Comisión Económica para América Latina y el Caribe-CEPAL. Disponible en https://www.cepal.org/sites/default/files/publication/files/36661/S2014039_es.pdf

García-Ochoa, R., y Graizbord, B. (2016). Caracterización espacial de la pobreza energética en México. Un análisis a escala subnacional. Economía, sociedad y territorio16(51):289-337.

Großmann, K., y Kahlheber, A. (2017). Energy poverty in an intersectional perspective: on multiple deprivation, discriminatory systems, and the effects of policies. En N. Simcock, H. Thomson, S. Petrova y S. Bouzarovsky (Eds.), Energy Poverty and Vulnerability: A global perspective (pp. 30-50). Routledge.

Suppa, A., Steiner, I., y Streckeisen, P. (2019). Energy Transition and Environmental Justice: Effects on Vulnerable Groups and Implications for Social Work. Czech an Slovak Social Work. 19(4) :32-47.

Gabriel Alberto Rosas Sánchez cursa el doctorado en Ciencias Económicas de la Universidad Autónoma Metropolitana, México.

Las afirmaciones y opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad exclusiva del o los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de Pulso Energético ni de la AMEXHI.

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