A 10 años de Macondo, ¿México tiene las mejores prácticas?

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Este mes se cumplieron diez años del accidente petrolero que mayores repercusiones ha tenido, no sólo por la lamentable pérdida de once vidas humanas y las heridas ocasionadas a otras personas, sino por las afectaciones al medio ambiente y a las diferentes actividades económicas que dependen del mar para su existencia. De acuerdo con la Environmental Protection Agency de Estados Unidos (EPA) se derramaron más de 4 millones de barriles en los 87 días en los que el pozo fluyó de manera descontrolada, el cual fue declarado sellado hasta el 20 de septiembre de 2010.

Mucho se menciona que existe un antes y un después del accidente de la Deepwater Horizon, una plataforma de perforación semisumergible que se encontraba en trabajos de terminación de un pozo exploratorio perforado a más de 1,600 metros de tirante de agua y con una profundidad de 4,000 metros aproximadamente, en el área de Macondo cerca de las costas de Luisiana. Efectivamente, el cambio era necesario si la industria pretendía recobrar su licencia para operar. Por ello, las lecciones aprendidas de este accidente dieron pie a un incremento en la seguridad a nivel global en las plataformas petroleras que trabajan en tierra, en aguas someras y en aguas profundas. A partir de este evento se han realizado cambios importantes en las instituciones y regulaciones de todo el mundo para evitar que ocurran nuevamente accidentes como éste. Sólo en Estados Unidos se establecieron instituciones como el Center for Offshore Safety (COS) creado por la industria como punto focal para la mejora de las operaciones costa afuera, el Bureau of Ocean Energy Management (BOEM) cuyas responsabilidades incluyen la evaluación de recursos, la planificación y el otorgamiento de contratos, y el Bureau of Safety and Environmental Enforcement (BSEE) con la autoridad para inspeccionar e investigar las actividades en la plataforma continental exterior. Asimismo, se desarrollaron nuevos estándares y regulaciones, los cuales introdujeron cambios significativos en el diseño de pozos, las tuberías de revestimiento y cementación, en los sistemas de preventores (Blowout Preventors), en la capacitación requerida del personal para activar y dar mantenimiento a estos equipos, en los sistemas de administración que permitieron que el personal en campo tome decisiones sobre seguridad, sobre los equipos y técnicas para el control de pozos, las pruebas de cementación y hermeticidad de pozos, e incluso en la capacidad de respuesta a derrames que deben tener las compañías.

Una cadena de fallas mecánicas, de diseño, complicaciones operativas y toma de decisiones desencadenó el peor accidente en la industria petrolera en Estados Unidos.

IMPACTO AL PERSONAL
11 personas perdieron la vida y 17 fueron afectados por la explosión.

IMPACTO AL MEDIO AMBIENTE
4.9 millones de barriles de crudo vertidos en el Golfo de México.
Se utilizaron alrededor de 1.8 millones de galones de dispersantes químicos.

IMPACTO ECONOMICO
El costo estimado de las afectaciones, de acuerdo con Bloomberg, al 4 de febrero del presente año ha sido aproximadamente de $70 billones de dólares

Estos estándares han sido incorporados por diferentes países del mundo y México no es la excepción. En nuestro país la Agencia Nacional de Seguridad Industrial y Protección al Medio Ambiente del Sector Hidrocarburos (ASEA que apenas cumple 5 años), la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), la Secretaría de Marina (SEMAR) y la Secretaría de Energía (SENER) son los principales actores que velan por la integridad del sector desde la parte gubernamental. Son estas instituciones las que establecen un marco de seguridad diseñado para que los riesgos se administren y contengan.

Este artículo es una forma de reconocimiento a estas entidades por representar los mejores intereses de los mexicanos, por su profesionalismo y apertura para compartir mejores prácticas con los operadores, por realizar simulacros y, en general, por asegurarse de estar al día en temas de regulación.

México sí cuenta con las mejores prácticas y algunos de los ejemplos más tangibles de regulación post Macondo aplicadas hoy en día son el requerimiento de garantías financieras para las actividades de exploración y extracción, las barreras en pozos y las pruebas de equipo crítico, así como las auditorías al cumplimiento de los Sistemas de Administración. De hecho, los estándares desarrollados en los últimos diez años están contenidos en el anexo normativo de las empresas al presentar su plan de trabajo ante las autoridades.

Definitivamente, Macondo ha derivado en cambios importantes y significativos a fin de que no vuelvan a perderse preciadas vidas humanas y se prevengan daños ambientales y económicos que pueden tardar mucho tiempo en revertirse, afectando de esta manera nuestros valiosos recursos naturales y los sectores productivos que dependen de ellos.

Al moverse las actividades hacia aguas más profundas y -con ello- hacia condiciones operativas de frontera tecnológica, también ha hecho que la industria no baje la guardia. Es por ello que la regulación y las buenas prácticas están en constante actualización a fin de lograr mantener las condiciones que los trabajadores merecen y requieren para tener un regreso seguro a casa.

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